Hope (Esperanza)

06.12.2017

El señalado día se acercaba. Era el día del cumpleaños de Victor, el mejor amigo de Jorge, el cual iba a recibir la mejor fiesta que había tenido nunca. Todo esto comenzó unos días atrás, cuando Jorge y Lidia, sus mejores amigos, fueron a buscar a Victor a la facultad de Ciencias de la Información. Jorge y Lidia llevaban saliendo juntos tres años. Los tres tenían 19 años, y ya estaban en segundo curso. Victor estudiaba periodismo, Jorge, matemáticas exactas, y Lidya biología. Habían quedado con Victor para comer, aunque su verdadero propósito era ver por lo que se inclinaba Victor por la calle, para poder regalarle en su cumpleaños. Antes de entrar en el restaurante, se encontraron con Irene, otra amiga de la pandilla, y la persona a la que amaba Victor desde hacía algún tiempo. Ella era rubia, con los ojos azules, con unos preciosos y marcados pómulos y una sonrisa estupenda, de las que hacen historia. Ella estudiaba Turismo. Víctor notaba en algunas ocasiones que Irene también le quería, no sólo por su forma de mirarle, sino por sus múltiples muestras de cariño que le daba. Además, también le había hecho reflexionar el que ella le dijese un día que le gustaban los morenos de ojos verdes, de estatura media, y buenazos como él, aunque nunca supo si lo dijo en broma o en serio. Irene se apuntó a comer con ellos. Después de muchas indirectas acerca del regalo vieron que Víctor no se decantaba por nada y empezaron a desesperarse, hasta que Víctor anunció una noticia. Había aprobado el examen de conducir. Todos le felicitaron y pensaron que un coche sería un buen regalo. Después de comer Víctor acompañó a Irene mientras que Jorge y Lidia dieron un paseo en el coche del primero para hablar. Ella le dijo que un coche le parecía excesivo, ellos no tenían suficiente dinero para comprarlo, a lo que Jorge respondió que Víctor se lo merecía todo. Un coche de segunda mano entre todos no era tanto, aunque sí más de lo esperado. Aún así Jorge tenía un as en la manga y fue a hablar con los padres de Víctor que parecieron encantados con la idea y decidieron apoyar monetariamente en gran parte para el regalo de su único hijo. Además, era una idea de Jorge y eso les parecía muy bien, ya que era lo más parecido a un hermano para Víctor y ellos le querían como a un hijo. Teniendo el asunto resuelto Jorge reunió el dinero y fue a comprar el coche acompañado de Irene con la intención de que ella soltase prenda y le confesase sus sentimientos hacía Víctor. Ella se hizo de rogar un rato pero al final cedió y le contó que estaba enamorada de Víctor desde el último año, pero que no quería estar con él debido a que ella quizá no fuese la pareja perfecta de Víctor ya que él era demasiada buena persona y seguro que ella no se portaba del todo bien con él. Jorge dijo que eso era una tontería y que él también se moría por sus huesos. Irene le dijo que en su fiesta ella le daría su propio regalo al declarase. Al acabar ese tema se decidieron a comprar un Golf GTI que estaba a su alcance. Tenía diez años pero todavía estaba en muy buen estado y para ser el primer coche de Víctor no estaba nada mal. El cumpleaños de Víctor llegó y todos le prepararon una gran fiesta sorpresa en su casa gracias a la ayuda de sus padres, que le invitaron a cenar fuera mientras los demás la preparaban. Era una fiesta a lo grande y todos estaban disfrutando enormemente. Irene estuvo toda la noche intentando declararse pero no se atrevía. Llegó el momento de darle el regalo. Le hicieron bajar a la calle y él tenía una curiosidad enorme por saber lo que era y al llegar Jorge le dio las llaves del coche y se lo mostró. - Para el mejor amigo que tengo y la mejor persona que conozco. Felicidades. Víctor no se lo podía creer, le habían regalado un coche. No podía hablar de la emoción y se le cayeron algunas lágrimas. Lo primero que hizo fue a darle un abrazo a Jorge y más tarde le dio las gracias a todos. Jorge no podía aguantar más y le dijo que lo probase. Víctor aceptó, pero le daba un poco de miedo ya que no conocía las calles y Jorge le dijo que él iba delante con su coche para que le siguiese. Lidia le dijo a Irene que era su oportunidad y que fuese sola con él en el coche. A ella le pareció buena idea y le preguntó a Víctor que si podía acompañarle y él aceptó encantado, nadie mejor para hacerlo. Y así lo hicieron, Jorge y Lidia en el primer coche y Víctor e Irene en el coche de éste. La vuelta iba bastante bien, el coche iba a la medida de Víctor. Cuando pasaban por el río Manzanares Jorge iba dando eses para celebrar la alegría. Víctor e Irene se reían. - Éste va a tener un accidente algún día, ¿verdad, Irene? Irene sonrió y cambió de tema. Era su momento, ese tan esperado que deseaba desde hacía tanto tiempo. Le dijo que él le gustaba desde hacía mucho tiempo y que le gustaría que estuvieran juntos. Víctor sonrió y cogió su mano. - Por fin sé lo que piensas, Irene. Nunca pensé que llegaría este momento. Quiero que sepas que yo también quiero estar contigo, eres... No había terminado la frase cuando vio que el coche de su amigo Jorge se estrellaba contra un árbol. Víctor paró corriendo su coche. Cuando iba a llegar hasta su amigo el coche cayó al río, con Jorge y Lidia dentro, estos inconscientes. Víctor no lo dudó un momento y saltó hacia el río para salvarles. Irene estaba asustada y se quedó esperando fuera. - ¡Víctor, ten cuidado! La noche era muy negra, no había luna, y eso incapacitaba a Víctor dentro del agua, ya que no veía nada. El río estaba oscuro, y muy sucio, contaminado. Víctor subió a la superficie para coger aire. - ¡Irene, rápido, coge mi móvil y pide ayuda! Irene corrió hacia el coche, cogió el móvil y marcó un número de teléfono. Víctor estaba respirando, pero el agua sucia se le metía por la nariz, los ojos y la boca, haciéndoselo más difícil, pero a él no le importaba y se sumergió de nuevo en busca de sus amigos. Al fondo del río divisó los faros del coche de Jorge y se dirigió hacia él hasta toparse con la puerta de la derecha. La abrió y sacó a Lidia, y luego a Jorge, pero no podía con los dos, así que dejó a Jorge y subió con Lidia. En la superficie cogió de nuevo aire y llamó a Irene, que le ayudó a sacar a Lidia del agua. - Víctor, ya vienen a ayudarnos. - ¡Corre, coge a Lidia!. Tengo que bajar a por Jorge, ¡se va a ahogar! Irene puso a Lidia sobre el asfalto y empezó a hacerle la respiración artificial. Víctor bajó a por Jorge, y se volvió a guiar por los faros del coche. La puerta de la izquierda estaba atascada, así que fue a por la otra puerta, cogió a Jorge y subió a la superficie, pero antes de llegar Víctor se enganchó el pie con algo, no sabía lo que era. El aire se le estaba terminando. Movió el pie con fuerza, pero no conseguía desengancharse. Miró para arriba y vio que la superficie estaba cerca. Cogió la poca fuerza que tenía e impulsó a Jorge para arriba. Éste subió lentamente, mientras Víctor intentaba quitarse con las manos lo que se había enganchado a su pie, pero no podía, era una alga o una cuerda y estaba enganchada fuertemente. Lo dio por perdido, ya no le quedaba aire en sus pulmones. Miró hacia arriba y vio como la mano de Irene cogía a Jorge y le llevaba a la superficie. Víctor sonrió y cerró los ojos. Jorge se despertó bruscamente. Le dolía el brazo izquierdo. Lo miró y estaba escayolado. No sabía dónde estaba ni qué hora era, pero le daba igual, sólo se acordaba del golpe que había sufrido con su coche, y en ese momento entró Lidia en su mente. - ¿Qué le ha pasado a Lidia?. ¿Estará bien?. - Se preguntó. No se tuvo que preguntar más, a su derecha estaba Lidia tumbada en una camilla con una mascarilla de aire sobre su boca y un tubo saliendo de su brazo. - ¿Estoy en el hospital?. Espero que Lidia se recupere, tendría que estar yo en su lugar. Se incorporó un poco en la camilla y vio a Irene durmiendo en un sofá. Decidió despertarla. Irene se acercó a él. - ¿Cómo estás, Jorge? - Yo bien, pero quiero saber cómo está Lidia. Irene se entristeció un poco y le contó que Irene no tenía ninguna herida del accidente, pero que al sumergirse en el río había cogido una infección peligrosa que podía costarle la vida. - ¿Qué río?. - Preguntó Jorge desconcertado. - Después de chocar con el árbol, tu coche cayó al río. Víctor bajó a rescataros y lo consiguió, pero él... él... él.... A Irene le empezaron a caer lágrimas de sus ojos. Jorge le preguntó qué pasaba con Víctor con preocupación. - ¡Irene, cuéntamelo, joder! - Había algo en el río que le atrapó el pie, no pudo salir... - ¡¿Dónde está?!. ¡Dímelo! - ¿Es que no lo entiendes?. ¡Víctor se ha ahogado!. ¡Se ha ahogado!. Y se ha ido... Irene se apoyó en la camilla y se puso a llorar. Jorge se quedó completamente petrificado, Víctor había dado su vida para salvarle. No se podía creer que su mejor amigo ya no estuviese vivo. No se lo perdonaría nunca, por su culpa había muerto la mejor persona que había conocido nunca. - ¡Qué he hecho! Jorge empezó a llorar fuertemente y abrazó a Irene y así estuvieron durante horas. El entierro fue muy duro. Los padres de Víctor no le dirigieron la palabra a Jorge, que no podía estar más hundido y que no contaba con el apoyo de nadie. La única persona que estaba de su lado era Irene, pero ella tampoco podía animarle después de que su gran amor hubiera muerto en tan injustas circunstancias. A Víctor se le recordó como a un héroe y como al mejor hijo y amigo que cualquiera pudiera tener. No se había acabado el día cuando Jorge recibió una llamada del hospital. Lidia no había superado su infección y acababa de morir. Irene apareció en su casa llorando. - ¿Por qué nos tiene que pasar esto, Jorge?. Nosotros nunca le hemos hecho daño a nadie. No es justo, no es justo que la vida nos dé estos golpes tan duros así, de repente. Pasaron dos horas e Irene volvió a su casa. Jorge salió a tomar el aire a la terraza. Estaba triste, muy triste y miró hacia la calle. Él vivía en un sexto piso y la altura era considerable, lo suficiente para matarse si se tiraba. No podía soportar que por una estupidez que había cometido se hubiesen muerto su mejor amigo y su novia. Si no se le hubiese ocurrido la idea de regalarle el coche a Víctor nada de esto estaría pasando, sino que estaría disfrutando de su vida junto con las personas a las que amaba. Él era huérfano desde que tenía diez años y desde entonces no se había separado de Víctor. Unos cuantos años más tarde había conocido a Lidia y se habían enamorado locamente el uno del otro hasta ahora, que ya le había abandonado y no volvería jamás. También le dolía mucho el rechazo de los padres de Víctor, les consideraba su familia ya que ellos siempre le habían tratado como a un hijo. Pero ahora él les había arrebatado a su verdadero hijo y parece que no se lo iban a perdonar nunca. - Yo no puedo vivir con este sufrimiento. Sin pensarlo más, se subió a la repisa de la terraza, cerró los ojos y se dejó caer. Pero no cayó, alguien le agarró la camiseta y le metió dentro de la terraza otra vez. Se dio la vuelta y se llevó la sorpresa de no encontrarse con nadie. Se introdujo en su casa y tampoco había nadie. De hecho había cerrado con llave y con cerrojo. Pensó que se habría asustado e inconscientemente no se habría querido tirar. Fue a la cocina y cogió un tarro de pastillas y un vaso de agua. Se metió un puñado de las pastillas en la boca y cuando fue a beber el agua el vaso se resquebrajó por completo y el agua cayó al suelo. Escupió las pastillas y se puso de rodillas en el suelo. Sabía que Víctor había hecho todo eso y que estaba cerca de él. Empezó a llorar. - Lo siento, Víctor, déjame morir y estar con vosotros, no lo soporto más. No obtuvo respuesta, sólo que una sensación de bienestar interior recorrió su cuerpo y ya no quería morir. Todo lo contrario, quería disfrutar de la vida más que nunca. Habían pasado veinte años y los padres de Víctor aún no habían perdonado a Jorge aún éste habiéndoles salvado la vida, ya que tuvieron otro accidente y Jorge quiso encargarse de la operación a vida o muerte, ya que había dejado la carrera de Exactas y había comenzado Medicina para poder ayudar a la gente a que no muriese. Irene y él llegaron a enamorarse y se casaron, tuvieron dos hijos, Víctor y Lidia y nunca más sufrieron por lo que les ocurrió en el pasado, aunque no fue olvidado. La fuerza que pueden llegar a tener los espíritus es impresionante y nunca hay que subestimarla. Jorge e Irene aprendieron algo muy importante: la esperanza es lo último que se pierde.

El señalado día se acercaba. Era el día del cumpleaños de Victor, el mejor amigo de Jorge, el cual iba a recibir la mejor fiesta que había tenido nunca. Todo esto comenzó unos días atrás, cuando Jorge y Lidia, sus mejores amigos, fueron a buscar a Victor a la facultad de Ciencias de la Información. Jorge y Lidia llevaban saliendo juntos tres años. 

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